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Como activista, diplomático e intelectual, los pasos de Octavio Paz estuvieron marcados por su actitud política.
Desde muy joven, encontró en la educación una práctica al servicio de la Revolución, un tema que lo marcó porque su padre luchó a favor de Zapata.
Era un adolescente cuando se sumó a la Unión Estudiantil Pro-Obrero y Campesino como profesor y militante, en el turno de la noche.
En 1937, dejó el DF para integrarse a un proyecto de educación para hijos de obreros y campesinos, impulsado por su amigo Octavio Novaro, miembro del Partido Comunista, en Mérida.
En ese mismo año, Paz participó en actividades de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, a través de la cual fue invitado por Pablo Neruda a Valencia para participar en el Segundo Congreso de Escritores Antifascistas.
En España reforzó su respaldo a la República, así como su oposición al fascismo y al capitalismo.
Aunque su militancia comunista se difuminó con el paso de los años, siempre mantuvo su fe en el humanismo como alternativa a los conflictos sociales.
Su carrera diplomática empezó en 1945, cuando entró al Servicio Exterior Mexicano, al que perteneció durante 23 años.
Su primera misión fue en París, en donde escribió “El laberinto de la soledad”.
Dos años después emprendió una serie de viajes por Japón y la India y en 1953 se estableció en la Ciudad de México para trabajar en la Secretaría de Relaciones Exteriores.
En 1959, regresó a París y en 1962, a la India, en donde fue Embajador.
En 1968, renunció al servicio diplomático en protesta por la represión del Gobierno en la Matanza de Tlatelolco.
A partir de la década de 1970, cuestionó el alcance de la izquierda mexicana al considerar que había perdido su vocación democrática y la imaginación, y se acercó al partido en el poder: el PRI.
Sobre las reformas de Carlos Salinas, por ejemplo, opinaba que facilitaban el retorno de la democracia al País, al liberar del Estado a la economía.
Paz escribió tres libros sobre gobiernos totalitarios y democracia: “El ogro filantrópico”, “Tiempo nublado” y “Pequeña crónica de grandes días”.
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Créditos
Editora:
María Elena Esparza
Ilustración:
Horacio Sierra
Diseño:
Alfonso González
©Derechos Reservados
México, 2014